Buenos Aires, 24 mar (Prensa Latina) El dolor en Argentina llena hoy otra vez de nombres e imágenes las paredes y las aceras de un país donde está prohibido olvidar, que vuelve a levantarse para pedir por verdad y justicia para sus muertos.
«Son 30 mil desaparecidos», se lee en mensajes que cuelgan en postes y banderas desplegadas en la emblemática Avenida de Mayo testigo de tantas marchas, donde cada 24 de marzo, no importa de dónde seas, argentino, boliviano o brasileño, todos se unen para rendir honor a las víctimas del terrorismo de Estado.
Han pasado 43 años del fatídico golpe militar que dejaría una huella imborrable para un país hoy mutilado de dolor, que se resiste a olvidar porque hay que conocer el pasado para poder enrumbar bien el futuro.
Allí, bajo las danzas de diversos grupos, bajo el bullicio de colectivos que repican tambores, entre banderas, consignas, las familias se unen, es un momento impresionante, cargado de emoción y más aún cuando irrumpen con sus sillas de ruedas las longevas Madres y Abuelas de Plaza de Mayo.
«Madres de la Plaza el pueblo las abraza» se oye en una ola extendida hasta ese histórico lugar donde hace cuatro décadas atrás, con sus pañuelos blancos que más tarde se convertirían en símbolo de resistencia, sin miedo y en medio de la desesperación, salieron a reclamar por sus hijos desaparecidos.
Las imágenes con los rostros de mujeres y hombres, algunos realmente jóvenes, en un largo pendón de fondo azul se avizora por la larga avenida. Son esos que ya no están, aquellos que fueron arrojados al mar en los llamados vuelos de la muerte, o quién sabe aún hoy donde estarán sus cuerpos.
Es lindo ver a tantos niños y a esos nietos, hoy con 43 años, que después de la incesante búsqueda de las Abuelas lograron recuperar su verdadera identidad. Este año encabezó el bloque de las Abuelas Manuel Gonçalves, uno de los nietos recuperados. De fondo suena la música. No nos han vencido, dicen estas luchadoras.
Mientras, algunos de los que cometieron horrendos crímenes pagan sus penas muy cómodamente desde su casa, en la calle se respira lucha desde horas tempranas, recordando una época triste, dolorosa, dura, imborrable para la historia de este país y de América Latina.
Los vagones de la línea A del popular metro porteño estaban atestados de niños, jóvenes, familias enteras que iban rumbo a la emblemática Plaza de Mayo a acompañar en esta jornada a las madres y abuelas.
Mostrando su descontento social por las políticas aplicadas por el actual Gobierno, se escuchaban cánticos y frases fuertes contra el Ejecutivo Nacional. «Ole ole, ole ola, como a los nazis les va a pasar, a donde vayan los iremos a buscar», repetían algunos.
La marcha era desbordante, cientos se abrazaba, cantaban, lloraban y miraban al cielo en honor a los desaparecidos.
Allí, entre la multitud, llegada desde la localidad bonaerense de Florencio Valera estaba Leticia Bolaños con su bebé de cuatro meses y su esposo.
Todos los años venimos, declaró a Prensa Latina mientras mostraba a su bebé de cuatro meses, a quien nombro Fidel Alejandro en honor al líder histórico de la Revolución cubana, Fidel Castro.
Tenemos que estar aquí porque esta es una pelea que no se termina, seguimos buscando más de 300 niños desaparecidos y reivindicando que son más de 30 mil desaparecidos.
No podemos olvidar que mataron a una generación completa con una ideología muy clara de una patria donde estén todos incluidos, no solo los oligarcas y desde pequeños tenemos que traer a nuestros hijos para que no olviden lo que sucedió en este país, remarcó.
Bolaños sigue luchando porque quiere una mejor Argentina, un futuro para su pequeño Fidel Alejandro, con la esperanza, dice, de que junto a otros países podamos seguir construyendo la Patria Grande.
Es domingo pero las calles de la Avenida de Mayo son inabordables para transitar. El colorido de las murgas, organizaciones de todo tipo, sin distinción de razas ni credos, acompañando a las Madres y las Abuelas.
«No es una fecha de celebración, sino de memoria», dijo al llegar a la Plaza la líder de Abuelas, Estela de Carlotto, quien celebró «la batalla que nos permitió recuperar 127 nietos». Pero sigue la lucha.
«Esto no tiene tiempo, sino que tiene que tener respuestas. La sociedad no tiene que quedar en blanco con una historia tan tremenda, que fue totalmente clandestina. Y por eso esta oscuridad e incertidumbre que nos agobia desde hace tantos años», señaló entre una multitud que la escoltaba a ella y sus compañeras de lucha por la recuperación de los nietos.
Por los desaparecidos, por una Argentina que no olvida ni olvidará a sus muertos, este 24 de marzo fue otro día histórico para esta nación austral, cuyos herederos, los jóvenes, se suman y hacen suya a esta lucha perenne.